SOV Madrid de CNT-AIT [6-7-2007]
Cuando hace unos meses recibimos a Amina en nuestro sindicato, nos encontramos con una persona destrozada física y psicológicamente como resultado de la salvaje explotación –más bien esclavitud- que sufrió durante tres años. Hoy, tras una dura lucha, Amina ha recuperado sus mínimos derechos y, sobre todo, su dignidad como persona.Amina comenzó a trabajar para el empresario de “El padre” en el anterior restaurante que éste tenía en la c/ Manuela Malasaña de Madrid, en el año 2005. Abandonó su antiguo trabajo por las promesas de mejores condiciones y un salario que iría aumentando con el tiempo. Como casi todas las personas inmigrantes sin papeles, Amina se encontró desde el principio a merced del empresario. Las jornadas laborales nunca bajaban de 11 horas, llegando en algunos casos a las 16h, lo cual se repetía de lunes a sábado, y en muchas ocasiones también los domingos. Jamás se respetaron por tanto los días de libranza obligatorios por convenio. Los abusos comenzaron a ser cada vez más frecuentes, llegando a extender la explotación a su tiempo de vacaciones, durante el cual Amina fue obligada a pintar el local del restaurante sin recibir nada a cambio. En el mes de vacaciones se le pagaba menos de la mitad del sueldo, por supuesto sin tener derecho a pagas extras ni nada parecido.
En todo momento el trato que toda la familia de este empresario dio a la compañera fue absolutamente vejatorio, con claros tintes racistas y xenófobos. La propia mujer del dueño la trataba como su esclava, y el hijo no dudaba en emplear la violencia con ella. Finalmente la Comunidad de Madrid dio un ultimátum de cierre a este local, por no cumplir las mínimas condiciones de salud y seguridad. Tuvo que cerrar, pero con las sustanciales ganancias el dueño pudo abrir un restaurante más amplio, llamado “El padre” y situado en la c/Serrano, 45 de Madrid.
Pero al cambiar de centro las condiciones para Amina no mejoraron. A falta de un vestuario Amina tenía que cambiarse en la propia cocina, donde tranquilamente entraban y salían jefes y camareros. El horario que realizaba se extendía casi siempre hasta las tres de la mañana. Mientras otros empleados (cómplices del maltrato) recibían dinero para coger un taxi de vuelta a casa, Amina tenía que pagarlo de su bolsillo todos los días. Después de ocho meses sin contrato, Amina consiguió papeles y empezó a cobrar por nómina un espléndido sueldo de 700€ (parte de ello en dinero negro), teniendo que trabajar muchos festivos, días libres o incluso vacaciones sin ninguna compensación. Muchas veces trabajaba continuamente sin derecho a comida, y cuando se la daban ésta consistía en las sobras de los clientes.
Los dueños de “El padre” no encontraban límites a su violencia empresarial. Amina les pertenecía y podían utilizarla como un objeto cualquiera. El maltrato más grave se repetía continuamente en forma de insultos, burlas y amenazas, llamándole “mora de mierda” o con frases como “no eres más que una esclava”. Hasta llegar a una situación que nadie puede soportar. Amina comenzó una baja médica y un tratamiento por ansiedad. Solo pudo estar una semana de baja, tras la cual “el padre” la obligó a volver al trabajo.
Durante dos años y medio soportó esta situación hasta llegar al 24 de marzo de este año. Ese día el hijo del dueño decidió echar a gritos a Amina diciéndole que no quería volver a verla. Ella le pidió que le diera una carta de despido o que le permitiera terminar su jornada laboral. Ante esa insolencia, comenzó a descargar golpes y puñetazos sobre ella hasta que la echó físicamente del local. Con varias heridas graves y ante el escándalo, la policía apareció y trasladó a Amina al hospital, deteniendo posteriormente al agresor. Al día siguiente obtuvo la baja laboral. Aún hoy sigue en tratamiento por las secuelas de la paliza recibida y durante mucho tiempo tuvo problemas para dormir. Finalmente el día 27 fue despedida de forma “procedente” por la empresa alegando “bajo rendimiento”.
Tras estos hechos Amina acudió a la CNT y comenzó una importante lucha contra esta empresa y sus maltratadores. La primera concentración tuvo lugar el sábado 14 de abril, en la que más de cien personas se concentraron a las puertas del restaurante para gritar “boicot” y exigir la indemnización total de la compañera. Una denuncia penal por la agresión está aún pendiente de juicio y se interpusieron las correspondientes demandas laborales y a inspección de trabajo. Comenzó una intensiva campaña que tuvo en todo momento -a pesar de su estado físico- la implicación total de Amina, apoyando incluso las movilizaciones de otros conflictos que en ese momento teníamos abiertos. Ella comprendió desde el primer día en qué consiste la solidaridad y la acción directa.
El empresario en este tiempo solo supo empeorar las cosas. En cada concentración aparecía siempre un supuesto cliente del local -cada vez uno distinto, muy bien trajeado y totalmente “imparcial”- intentando apartar a Amina para convencerla de un “acuerdo sensato”. La empresa nunca llamó al Sindicato para negociar, sólo llamaban a Amina para molestarla. Seguidamente se dedicaron a presentar falsas denuncias contra ella y la CNT, radicalizando aún más la situación.
El sindicato se ha volcado en el apoyo a Amina, hasta el punto de que a mitad de conflicto, con varias concentraciones y muchas acciones contra ellos, Amina nos aseguró que la mitad de sus reivindicaciones ya se habían cumplido: las correspondientes a su dignidad como persona. Solo faltaba obligar al empresario a pagar la indemnización correspondiente por todo el tiempo trabajado. Y esto ha llegado el pasado 2 de julio, fecha de celebración del juicio laboral, en el que el abogado de la empresa empezó ofreciendo una miseria para acabar otorgando casi el total que se le exigía. No hizo falta entrar a juicio.
“El padre” tuvo que ceder. Ante el descenso de clientes y las pérdidas económicas se ha visto obligado a pagar. La acción directa ha funcionado una vez más como herramienta de clase. Amina es hoy una anarcosindicalista convencida, y nosotras/os podemos asegurar que hemos aprendido mucho de ella. Los empresarios de la hostelería tienen en la CNT un obstáculo para esclavizar impunemente a las trabajadoras y trabajadores, inmigrantes o no
La CNT sigue demostrando que se ganan los conflictos con solidaridad y acción directa, como se ganarón ayer y se siguen ganando hoy.
Cuando hace unos meses recibimos a Amina en nuestro sindicato, nos encontramos con una persona destrozada física y psicológicamente como resultado de la salvaje explotación –más bien esclavitud- que sufrió durante tres años. Hoy, tras una dura lucha, Amina ha recuperado sus mínimos derechos y, sobre todo, su dignidad como persona.Amina comenzó a trabajar para el empresario de “El padre” en el anterior restaurante que éste tenía en la c/ Manuela Malasaña de Madrid, en el año 2005. Abandonó su antiguo trabajo por las promesas de mejores condiciones y un salario que iría aumentando con el tiempo. Como casi todas las personas inmigrantes sin papeles, Amina se encontró desde el principio a merced del empresario. Las jornadas laborales nunca bajaban de 11 horas, llegando en algunos casos a las 16h, lo cual se repetía de lunes a sábado, y en muchas ocasiones también los domingos. Jamás se respetaron por tanto los días de libranza obligatorios por convenio. Los abusos comenzaron a ser cada vez más frecuentes, llegando a extender la explotación a su tiempo de vacaciones, durante el cual Amina fue obligada a pintar el local del restaurante sin recibir nada a cambio. En el mes de vacaciones se le pagaba menos de la mitad del sueldo, por supuesto sin tener derecho a pagas extras ni nada parecido.
En todo momento el trato que toda la familia de este empresario dio a la compañera fue absolutamente vejatorio, con claros tintes racistas y xenófobos. La propia mujer del dueño la trataba como su esclava, y el hijo no dudaba en emplear la violencia con ella. Finalmente la Comunidad de Madrid dio un ultimátum de cierre a este local, por no cumplir las mínimas condiciones de salud y seguridad. Tuvo que cerrar, pero con las sustanciales ganancias el dueño pudo abrir un restaurante más amplio, llamado “El padre” y situado en la c/Serrano, 45 de Madrid.
Pero al cambiar de centro las condiciones para Amina no mejoraron. A falta de un vestuario Amina tenía que cambiarse en la propia cocina, donde tranquilamente entraban y salían jefes y camareros. El horario que realizaba se extendía casi siempre hasta las tres de la mañana. Mientras otros empleados (cómplices del maltrato) recibían dinero para coger un taxi de vuelta a casa, Amina tenía que pagarlo de su bolsillo todos los días. Después de ocho meses sin contrato, Amina consiguió papeles y empezó a cobrar por nómina un espléndido sueldo de 700€ (parte de ello en dinero negro), teniendo que trabajar muchos festivos, días libres o incluso vacaciones sin ninguna compensación. Muchas veces trabajaba continuamente sin derecho a comida, y cuando se la daban ésta consistía en las sobras de los clientes.
Los dueños de “El padre” no encontraban límites a su violencia empresarial. Amina les pertenecía y podían utilizarla como un objeto cualquiera. El maltrato más grave se repetía continuamente en forma de insultos, burlas y amenazas, llamándole “mora de mierda” o con frases como “no eres más que una esclava”. Hasta llegar a una situación que nadie puede soportar. Amina comenzó una baja médica y un tratamiento por ansiedad. Solo pudo estar una semana de baja, tras la cual “el padre” la obligó a volver al trabajo.
Durante dos años y medio soportó esta situación hasta llegar al 24 de marzo de este año. Ese día el hijo del dueño decidió echar a gritos a Amina diciéndole que no quería volver a verla. Ella le pidió que le diera una carta de despido o que le permitiera terminar su jornada laboral. Ante esa insolencia, comenzó a descargar golpes y puñetazos sobre ella hasta que la echó físicamente del local. Con varias heridas graves y ante el escándalo, la policía apareció y trasladó a Amina al hospital, deteniendo posteriormente al agresor. Al día siguiente obtuvo la baja laboral. Aún hoy sigue en tratamiento por las secuelas de la paliza recibida y durante mucho tiempo tuvo problemas para dormir. Finalmente el día 27 fue despedida de forma “procedente” por la empresa alegando “bajo rendimiento”.
Tras estos hechos Amina acudió a la CNT y comenzó una importante lucha contra esta empresa y sus maltratadores. La primera concentración tuvo lugar el sábado 14 de abril, en la que más de cien personas se concentraron a las puertas del restaurante para gritar “boicot” y exigir la indemnización total de la compañera. Una denuncia penal por la agresión está aún pendiente de juicio y se interpusieron las correspondientes demandas laborales y a inspección de trabajo. Comenzó una intensiva campaña que tuvo en todo momento -a pesar de su estado físico- la implicación total de Amina, apoyando incluso las movilizaciones de otros conflictos que en ese momento teníamos abiertos. Ella comprendió desde el primer día en qué consiste la solidaridad y la acción directa.
El empresario en este tiempo solo supo empeorar las cosas. En cada concentración aparecía siempre un supuesto cliente del local -cada vez uno distinto, muy bien trajeado y totalmente “imparcial”- intentando apartar a Amina para convencerla de un “acuerdo sensato”. La empresa nunca llamó al Sindicato para negociar, sólo llamaban a Amina para molestarla. Seguidamente se dedicaron a presentar falsas denuncias contra ella y la CNT, radicalizando aún más la situación.
El sindicato se ha volcado en el apoyo a Amina, hasta el punto de que a mitad de conflicto, con varias concentraciones y muchas acciones contra ellos, Amina nos aseguró que la mitad de sus reivindicaciones ya se habían cumplido: las correspondientes a su dignidad como persona. Solo faltaba obligar al empresario a pagar la indemnización correspondiente por todo el tiempo trabajado. Y esto ha llegado el pasado 2 de julio, fecha de celebración del juicio laboral, en el que el abogado de la empresa empezó ofreciendo una miseria para acabar otorgando casi el total que se le exigía. No hizo falta entrar a juicio.
“El padre” tuvo que ceder. Ante el descenso de clientes y las pérdidas económicas se ha visto obligado a pagar. La acción directa ha funcionado una vez más como herramienta de clase. Amina es hoy una anarcosindicalista convencida, y nosotras/os podemos asegurar que hemos aprendido mucho de ella. Los empresarios de la hostelería tienen en la CNT un obstáculo para esclavizar impunemente a las trabajadoras y trabajadores, inmigrantes o no
La CNT sigue demostrando que se ganan los conflictos con solidaridad y acción directa, como se ganarón ayer y se siguen ganando hoy.
!A seguir la lucha compañera!