YO PUEDO (I´VE GOT THE POWER)
La lección práctica del más rancio leninismo que nos está endilgando el profesorado de Ciencias Políticas está haciendo con el 15-M lo mismo que hicieron Lenin y Trotsky con los marinos de Kronstadt y las comunas ucranianas, liquidar la revolución para imponer la dictadura de la cúpula.
Una vez asesinada la revolución el desenlace ya se sabe, los gusanos se comen al cadáver, después se comen entre ellos y el último se muere de hambre. La diferencia es que Stalin no murió de hambre, sino que se lo comió todo y mató de hambre a los rusos.
La evolución de Podemos es similar, primero eliminan todo lo que de anarquizante había en el 15M, después se libran de los Troskochinos de Izquierda Anticapitalista con listas cerradas y culto a la personalidad, y por último se presentan como alternativa impoluta a la casta, que no al capitalismo, que pretenden perpetuar con políticas socialdemócratas copiadas de Ecuador y Venezuela Saudita, donde el clientelismo electoral se compra con el dinero del petroleo. ¡Temblad, canarios!.
Después de proclamar que podemos, estos ilusionistas nos recordarán a Aristóteles: la política es el arte de lo posible (y lo que es imposible, no puede ser). Ya sabemos el final del truco, está todo atado y bien atado. Ni las multinacionales van a pagar impuestos, ni se puede hacer la reforma agraria. Los ninis al gobierno, como en Uruguay, paraíso fiscal dominado por terratenientes que se permiten un presidente filósofo, tan honrado tan honrado que reconoce que no puede hacer nada.
Pues para bonitos discursos no estamos, que más fuerte nos suenan las tripas de hambre.
PP$O€, LA POLÍTICA HACE EXTRAÑOS COMPAÑEROS DE CAMA
La frase es de Gorbachov, pero cobra actualidad ahora que se barrunta un posible pacto bipartito. El pacto de la burra alumbraría una gran coalición a la alemana que, tras ver la luz, traería la oscuridad más absoluta sobre las corruptelas que son su razón de ser.
La paradoja de un bipartito como colofón al turno de partidos tiene muchas ventajas, para ellos. En primer lugar, les permite tapar la corrupción institucionalizada, que es el cemento que mantiene cohesionada la caterva de ladrones politicastros.