miércoles, 16 de enero de 2013

La guerra sucia del Estado Español contra el anarcosindicalismo: El caso Scala


Tal día como hoy, en 1978 se produjo el montaje ''Caso Scala'' para reprimir el éxito del movimiento anarcosindicalista y libertario.



La sala Scala en llamas

El domingo 15 de enero de 1978 la CNT organizó una manifestación en Barcelona contra la firma de los Pactos de la Moncloa y las elecciones sindicales. En la misma se juntaron alrededor de 10.000 trabajadores que seguían oponiéndose a ese pacto social y que era prueba evidente de la gran capacidad de convocatoria que tenia la CNT en aquellos momentos.

A las 13:15 horas, terminada la manifestación, tuvo lugar un ataque con cócteles Molotov contra la sala de fiestas más conocida y de más éxito de Barcelona en aquellos momentos, la sala "Scala", situada en la esquina de la calle Consejo de Ciento y Paseo de San Juan. El resultado inmediato fue la muerte de cuatro trabajadores de la sala: Diego Montero, Bernabé Bravo, Ramón Egea y Juan Manuel López; tres de los cuales eran afiliados de la propia CNT.
Por aquellos días podría decirse que los ciudadanos estaban en cierto modo acostumbrados a las noticias de atentados terroristas. A nadie asombraba el asesinato de policías o militares, los coches-bomba y demás actos que resultaban casi habituales en aquella época. Sin embargo, un atentado contra una sala de fiestas era algo que resultaba inverosímil por lo absurdo y disparatado de la idea. Probablemente por ello en los primeros momentos se aventuraron toda clase de hipótesis. Algunos medios achacaron el atentado a vulgares asesinos, otros lo relacionaron con cuestiones particulares relacionadas con la sala de fiestas, algunos llegaron a establecer una relación con la campaña en pro de la libertad de expresión que por aquel entonces se desarrollaba en solidaridad con el dramaturgo Albert Boadella.

La duda y la incredulidad siguió siendo la tónica general para la inmensa mayoría hasta que, tan sólo cuarenta y ocho horas después, el martes 17 de enero un comunicado de la policía informó de la detención de todos los presuntos autores del atentado, a quienes inmediatamente se les relacionó con la CNT.

«Un comando de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), integrado por tres sujetos en cuyo poder se ha hallado asimismo documentación que les acredita como afiliados a la central sindical CNT ha sido autor, según la Jefatura de Policia de Barcelona, del atentado contra el restaurante-espectáculo Scala.»

Agencia Pyresa
Efectivamente, los detenidos eran todos afiliados a la CNT y poco antes del atentado habían participado en la manifestación. Al finalizar la manifestación -según la policía- los acusados se habían dirigido a la sala de fiestas lanzando contra ella seis cócteles molotov que ocasionaron el incendio y la muerte de los cuatro trabajadores que se hallaban dentro. De esta manera quedó establecida la relación de los detenidos con la CNT y el atentado con la manifestación. Bajo la dirección del gobernador civil José María Belloch y del comisario Francisco Álvarez, empezaron las detenciones en los medios anarcosindicalistas.
Sin duda lo que más sorprende es la insólita eficacia policial que había permitido encontrar a los culpables entre las 10.000 personas que aproximadamente participaron en la manifestación. Cómo consiguió la policía barcelonesa este alarde de perfección es algo que no se llegaría a saber hasta algún tiempo después. En aquel momento sólo dio lugar a toda clase de conjeturas que tenían como común denominador la sospecha de que detrás de todo había gato encerrado. Con el tiempo esa sospecha se acabaría convirtiendo en certeza.

Comienzo de la campaña orquestada contra el movimiento libertario
Los detenidos fueron debidamente acusados y procesados, pero eso no detuvo la operación policial. Muy al contrario, en los días posteriores fueron detenidas alrededor de 170 personas más, al mismo tiempo que se desataba una imponente campaña de descrédito contra la organización confederal por medio de los medios de comunicación y de los aparatos represivos del estado, que vieron la ocasión de amordazar y destruir la única fuerza con cierto peso social que amenazaba la amplia operación de blanqueo de la dictadura franquista y de los propios franquistas. Dicha operación pasaba por los Pactos de la Moncloa -a los que ni asistieron ni fueron invitadas las fuerzas sindicales, aunque luego la mayoría de las mismas los aceptaran- destinados a hacer recaer sobre las espaldas de la clase trabajadora el grueso de la crisis económica que se estaba viviendo, a costa de fuertes recortes salariales, subidas de impuestos sobre el consumo y pérdida de derechos laborales y a la vez sentar las bases de los cambios políticos que deberían llevar a la Constitución de 1978, fruto de un gran pacto entre el franquismo y una nueva clase política emergente ávida de poder.
La CNT, reacia al conjunto de dichos pactos y reacia, sobretodo, a olvidar el pasado y a renunciar a exigir cuentas al franquismo depurando todo el aparato estatal, ya fuese político, policial, judicial e incluso cultural, se había convertido en el gran objetivo a batir.
El simple hecho de aparecer en la agenda de teléfonos de algunos de los acusados o de una persona relacionada con alguno de los acusados se convirtió en motivo suficiente para ser detenido. Después de ser interrogados y pasar alguna noche en el calabozo, los detenidos eran puestos en libertad sin cargo alguno. Resultaba evidente que la policía no buscaba nada ni a nadie -ya tenían a los culpables- se trataba simplemente de amedrentar a los cenetistas y de ahuyentar de la organización a miles de trabajadores afiliados que, si bien se identificaban con la línea sindical de los anarconsindicalistas, no estaban dispuestos a llegar demasiado lejos en su adhesión, ni mucho menos a desafiar una represión policial de aquella envergadura.

La cosa no era de broma, las noticias de nuevas detenciones crearon un ambiente de inseguridad en gran parte de la afiliación. Por otra parte, la certeza de la implicación de la CNT en el atentado fue afianzándose en la opinión pública, lo que provocó un serio deterioro en la imagen de la organización y de los anarquistas por extensión. Si a esto añadimos las noticias de agresiones y asaltos por parte de grupos fascistas, que en aquellos días se incrementaron de forma muy considerable, podemos hacernos una imagen aproximada de la situación. Ser libertario en aquellos momentos se convirtió en algo bastante desagradable. Los medios de comunicación lo hicieron impopular, la policía y los grupos de la ultraderecha lo hicieron peligroso. Como consecuencia, se fueron debilitando las filas cenetistas, abandonadas por muchos trabajadores.

Ni que decir tiene que los Pactos de la Moncloa pasaron a un segundo plano.

Como hemos dicho la represión no sólo fue policial. El caso Scala marcó el comienzo de una intensa campaña de atentados contra el Movimiento Libertario y contra una CNT de nuevo en auge -ya contaba con 100.000 afiliados sólo en Cataluña- en particular protagonizada por grupos, al parecer de ultraderecha, que se escondían detrás de siglas desconocidas e indescifrables. En aquellos meses se tuvieron noticias de atentados en varias ciudades, sin que la policía demostrara la misma eficacia en detener a sus autores que había demostrado en el caso Scala.

El montaje policial sale a luz

La vista del caso tuvo lugar en diciembre de 1980. Los abogados defensores solicitaron que el ministro de gobernación, Rodolfo Martín Villa, compareciese a declarar, pero no lo hizo. Tampoco lo hizo Joaquín Gambín, confidente de la policía y responsable del incendio del Scala según la defensa. Gambín había logrado fugarse de la prisión de Elche en extrañas circunstancias y, a pesar de que tenía varias órdenes judiciales de busca y captura, la policía no pudo dar con su paradero.

La posición de la defensa apuntaba hacia un montaje policial orquestado mediante confidentes infiltrados en el sindicato CNT con el objetivo de desacreditar al sindicato ante los trabajadores y evitar así su progresión en Cataluña. La sentencia condenó a José Cuevas, Xavier Cañadas y Arturo Palma a 17 años de prisión como autores de un delito de homicidio involuntario y por fabricación de explosivos; Luis Muñoz fue condenado a dos años y seis meses por complicidad, y Rosa López, a 5 meses por encubrimiento. El recurso presentado por los abogados defensores, por quebrantamiento de forma y denegación de pruebas por la no comparecencia de Martín Villa en la vista, fue rechazado por el Supremo.
La presión sobre la policía por el asunto Gambín se multiplicó a raíz de la vista y de las exigencias, en aquel sentido, del indignado fiscal del caso, Alejandro del Toro, que desde instancias judiciales conservadores fue acusado de "simpatizar con los anarquistas". Con el paso de los años se fue descubriendo el papel crucial y decisivo que desempeñó Joaquín Gambín, el Grillo, o también conocido como el Rubio o el Legionario, en este asunto. Como se llegó a demostrar, fue él quien se infiltró en la CNT para dirigir el atentado. La presión de la prensa sobre la policía y la ausencia de Gambín en la vista del caso hicieron levantar sospechas sobre las verdaderas causas del atentado, provocando incluso desavenencias entre el Ministerio Fiscal y algunos miembros de la judicatura. Finalmente, a finales de 1981, Gambín fue detenido por la policía tras un tiroteo en Valencia. El Caso Scala volvía a abrirse.

La segunda vista del Caso Scala Barcelona, en diciembre de 1983, solo tuvo un acusado: Joaquín Gambín. La sentencia lo condenó a 7 años de prisión por acudir a la manifestación con armas y por preparación de explosivos.

Tras las cenizas del Scala

El Caso Scala fue la punta de lanza de la gran represión que se abatió sobre el movimiento libertario, en momentos de cierta debilidad organizativa y estructural debido a las evidentes divisiones que se estaban ya gestando en el seno de la anarcosindical.

Como posteriormente escribiría Xavier Cañadas Pérez, uno de los encausados y encarcelados durante ocho años por el Caso Scala:

Esta relación de hechos, documentalmente contrastados, arrojan un tal cúmulo de datos que permiten afirmar que el Caso Scala constituye el punto de inflexión de una dinámica de represión, políticamente concebida y previamente estudiada en los altos niveles del Gobierno, pues dichos hechos escapan a la competencia exclusiva de un estamento, de una sola brigada o servicio policial, de un solo magistrado, de un solo Ministerio.

La intensificación de la persecución polical contra el movimiento libertario fue alarmante. El 13 de marzo de 1978 murió Agustín Rueda, preso en la cárcel de Carbanchel, a consecuencia de la paliza que le propinaron un grupo de funcionarios de prisiones. Tres meses después Agutín Valiente falleció en Almeria mientras intentaba evitar una detención polical. En junio de 1979 el cenetista Valentín González murió por el impacto de una pelota de goma lanzada por la policía al reprimir la huega de los trabajadores del Mercado de Abastos de Valencia. Pero la represión no terminó aquí.

Ante esta situación creció el número de compañeros que optaron por la violencia como respuesta a la denominada nueva represión democrática. En febrero de 1978 se detuvo en Barcelona, Valencia y Madrid a veintidós personas acusadas de pertenecer a los Grupos Autónomos, en abril cuatro trabajadores de la SEAT de Barcelona fueron detenidos acusados de formar el Ejército Revolucionario de Ayuda al Trabajadoar (ERAT), al mes siguinete cayeron una docena de compañeros en Valladolid y ese verano continuaron las detenciones. En febro de 1979 hubo once nuevos detenido, en mayo uno más en la Junquera y en junio hubo una amplia redada contra la Federación Ibérica de Grupos Anarquistas (FIGA) en varias ciudades de la península, en agosto se produjeron cuatro nuevas detenciones en el movimeinto libertario barcelonés y en octubre otras tres en Madrid. En noviembre hubo dos heridos de bala en Valencia que pertencáin a los Grupos Autónomos Anarquistas, acusación que se repitió contra otros cuatro anarquistas detenidos en el mes de diciembre de 1979.

La ofensiva de estos miltiantes libertarios alimentó la intoxicación de los medios de comunicación, que, por jemplo, asociaban a los Comado Autónomos Anticapitalistas con ETA, y aumentó el aislamiento de la CNT y del resto de organizaciones anarquistas. Ya no había base social para revolución alguna y el movimiento libertario se fue quedando solo en la lucha por una transformación social más profunda.
El Caso Scala marcó el fin del crecimiento espectacular de la CNT y del movimiento libertario, y el inicio de su decadencia acelerada. Supuso el frenazo de una organización que crecía a ojos vista, el acentuamiento de sus divisiones y un descrédito que arrastró la organización confederal que quedó ampliamente desautorizada socialmente y prácticamente neutralizada: se consumó el gran Pacto de Estado de la Transición y de la nueva Democracia Española, sin oponentes. La monarquía democrática se consolidó con la Constitución, aprobada en referendum el 6 de diciembre de 1978.

El acoso policial, la consolidación de la monarquia democrática y el reflujo de las luchas obreras llevaron a la CNT a una seria crisis. Cerrado el periodo de luchas revolucionarias del tardofranquismo, había llegado el momento de hacer balance del largo y complicado proceso de reconstrucción y adaptarse a la nueva realidad social y política de la España de los años ochenta.

Así pues, a finales de 1979 la CNT organizaría su V Congreso y primero desde el Congreso de Zaragoza en 1936 y desde que la dictadura arrojara a la organzación a los círculos infernales de la clandestinidad y del exilio. Ya durante el periodo precongresual se hicieron evidentes las profundas divergencias que enfrentaban a los distintos grupos y tendencias que convivían en el seno de la organización. No había discrepancias en el diagnóstico de la situación por la que atravesaba la CNT y el conjunto del movimiento libertario, pero las diferencias eran muy agudas cuando se buscaban las causas y se proponían las soluciones.

Según se iba profundizando en el debate, se fueron decantando dos grandes corrientes de opinión que confluirían al Congreso para generar la primera gran escisión de la CNT desde 1933.

domingo, 13 de enero de 2013

La invención del “sindicalismo combativo” y sus consecuencias para la CNT

Clasificar a los sindicatos en dos grupos: sindicatos de Estado y sindicatos combativos, como hizo Beltrán Roca en su artículo titulado “Cuestión de modelos. Sindicalismo de Estado y sindicalismo combativo en la Andalucía contemporánea”, fue un paso previo para propugnar la unidad de acción del llamado sindicalismo combativo. Sin embargo, dicha clasificación carece de lógica. Beltrán Roca entiende por sindicalismo combativo “aquel sindicalismo que, además de defender los intereses de clase ,mantiene un discurso y una práctica orientada a la transformación social, que se traducen, entre otras cuestiones en su alejamiento del sistema de concertación o pactos sociales”. Respecto a la transformación social, es obvio que cualquier sindicato cambia la sociedad en mayor o menor medida. Respecto al alejamiento de los pactos sociales, habrá que ver si ha rechazado participar en esa concertación ,porque si no ha accedido a esa posibilidad no se puede caracterizar a ese sindicato como no pactista. Podría ser no pactista por falta de oportunidades. El Estado y la Patronal no necesita ,por ahora, a los llamados sindicatos combativos para pactar. Si, en un futuro, hiciese falta su colaboración ,no sería extraño que lo hicieran.

La CNT colaboró con el Estado plenamente del 36 al 39.

Por sindicalismo de Estado entiende B. Roca a aquél “ que ha renunciado en la práctica a cualquier tipo de transformación social y aspiración revolucionaria al participar en una serie de pactos con Gobierno y Patronal que garantizan la paz social desde los años setenta del pasado siglo”. Añade en esta definición la falta de aspiración revolucionaria pero no incluye esa aspiración en la descripción de sindicalismo combativo .Parece que aludir a la revolución en el ámbito del sindicalismo combativo no es procedente. Sus teorizadores sabrán la razón. También menciona las subvenciones, los cursillos y cesión de locales, que no son exclusiva de CCOO y UGT sino también de CGT y otros sindicatos “ combativos”..Tampoco son características específicas del sindicalismo de Estado la falta de democracia interna, el funcionamiento jerárquico derivado de las elecciones a Comités de empresa ,el delegacionismo o la falta de implicación de la militancia.

Aunque B. Roca no parece del todo convencido del valor de su clasificación no por ello deja de usarla porque de lo que se trata es de impulsar la estrategia de unidad de acción de los llamados sindicatos combativos.

La unidad de acción del “sindicalismo combativo”.

La estrategia de Beltrán Roca es la unidad de acción de los sindicatos combativos.

“La colaboración entre las distintos organizaciones del sindicalismo combativo es vital para ofrecer una respuesta al embiste neoliberal contra la clase obrera”.Pero,a partir de una caracterización defectuosa de los sindicatos como la anterior, no parece razonable construir una estrategia acertada. Ya van dos años de unidad de acción y los resultados no son una respuesta adecuada al “embiste neoliberal” como afirmaban B.Roca y otros. Por un lado,sindicatos además de CNT y CGT, hay muchos y muy variados y ello implica una gran dificultad para que se unan. Por otro,allí donde se ha realizado la unidad de acción de varios sindicatos la capacidad de movilización es similar a la suma de las fuerzas de cada organización; es decir no se ha producido ninguna multiplicación de fuerzas. La clase obrera ,o mejor dicho masa obrera,no estaba esperando la unidad de acción para lanzarse a la calle. No se ha captado el grado real de apatía de la masa obrera. Hay sumas que suman, sumas que restan,sumas que multiplican y sumas que dividen. Para la CNT la unidad de acción ha sido una suma que resta porque parte de la organización no ha apoyado esa unidad de acción haciendo uso del federalismo que le es propio a cada sindicato. Pero también ha sido una suma que divide internamente porque para participar en ciertos actos se han firmado escritos conjuntos reivindicando la nacionalización de la banca, la renta básica o la defensa de los servicios estatales.

Apunta B. Roca que “cada organización debe seguir su línea de acción propia, crecer y fortalecerse, y coordinar entre sí sus actuaciones para multiplicar sus fuerzas”. Ni lo uno ni lo otro ha sucedido,al menos a la CNT .Ni ha crecido ,ni se ha fortalecido. Además se ha desorientado perdiendo la referencia de sus finalidades antiestatistas aceptando el paraguas socialdemócrata.

Ahora bien, una vez que la CGT se ha pasado al bando de los mayoritarios en algunas manifestaciones del verano y, sobre todo ,en la convocatoria del 14-N y en la desconvocatoria del 31 -O, la unidad en el ámbito nacional debería finalizar.

La unidad de acción fue el producto milagro del complejo de inferioridad y de la falta calidad militante de quienes la impulsaron. En el fondo,no fue más que una manera de mirarse el ombligo al creer que todo dependía de la falta de unión del “sindicalismo combativo”.
La desmovilización obrera.

Sin embargo, el hecho fundamental es que la masa obrera ha adquirido hábitos burgueses convirtiéndose en seres con identidad y vocación de consumidores carentes de espíritu de lucha y renuentes a organizarse con otros trabajadores. De ahí que no haya disposición a huelgas indefinidas y sí a manifestaciones que no suponen ningún problema para el gobierno.

La historia no es como la cuenta Marx y Engels al principio del “Manifiesto Comunista”:”La historia de todas las sociedades hasta el día de hoy es historia de luchas de clases. Libre y esclavo,patricio y plebeyo,señor y siervo,maestro y oficial,en suma,opresores y oprimidos han estado y están enfrentados entre sí,han mantenido una lucha ininterrumpida,ya oculta ya abierta,una lucha que en todos los casos terminó con una transformación revolucionaria de toda la sociedad, o bien con el hundimiento conjunto de las clases en lucha”. Ni antes ni ahora las luchas de la clase oprimida han sido constantes sino de corta duración e intermitentes. En ello el papel del Estado ha sido fundamental para generar el conformismo consumista. Papel que los marxistas y socialdemócratas no señalan puesto que para ellos el Estado es una institución a conquistar pero no a suprimir.

Hasta Manu García en el periódico “CNT” nº 393,página 15 reconoce que “sigue faltando en el escenario político español el bloque que supere la atomización y la dispersión de las luchas y reivindicaciones de los de abajo” y ésto después de impulsar como estrategia de la CNT ser con otros o no ser.

Resultados de una estrategia equivocada.

En primer lugar la unidad de acción del llamado “sindicalismo combativo” no ha logrado ningún éxito en la lucha contra los recortes y la reforma laboral. No es previsible que a corto plazo se consiga algo por este camino.

En segundo lugar, la afiliación y la militancia de la CNT ha disminuido en cantidad.
Se anunciaba que esta estrategia y algunos acuerdos del último congreso iban a producir un incremento importante de la afiliación y de la militancia; ha sucedido todo lo contrario.

En tercer lugar, la CNT ha aceptado reivindicaciones como la renta básica, la nacionalización de la banca y la defensa de los servicios estatales como propias en algunos de los comunicados conjuntos, que son incompatibles con sus acuerdos relativos al principio antiestatista ,la táctica de la acción directa y la finalidad de suprimir el Estado. Pero ,para Manu García en el “CNT” nº 393, pag.15 ,no es suficiente puesto que nos pide “máxima generosidad,un esfuerzo de compresión (comprensión, supongo) mutua, de búsqueda de lo que nos une a todas las fuerzas populares. Podemos andar camino juntos sin renunciar a las especificidades propias “, aunque reconoce que las jornadas de lucha conjunta no pasan de lo simbólico. Se trata de llevar a cabo una colaboración más consistente y constante. Es decir, ubicados delante del abismo hay que dar un paso adelante.

Posiblemente la militancia libertaria se mueva más fuera de la CNT que dentro y de ahí se derivaría la debilidad cuantitativa y cualitativa del sindicato. Asombra que con la experiencia histórica desafortunada de la CNT en unidades de acción (durante la guerra civil,por ejemplo) que condujeron a la derrota y a la división interna del sindicato se haya adoptado una estrategia como la actual

Escrito por Gerardo Fernández en el Periódico CNT 396 ENERO 2013

miércoles, 2 de enero de 2013