viernes, 30 de noviembre de 2007
Desalojan Casas Viejas en Sevilla
Ayer, poco después de las siete de la mañana una decena de furgones policiales entraba en las murallas de la Macarena y más de 50 agentes de la Policía Nacional se desplegaban en las calles adyacentes al Centro Casas Viejas. Los agentes tomaban posiciones mientras una comisión judicial llegaba para dar fe del cumplimiento del desalojo dictado por el juez.
A las ocho de la mañana, la Policía procedía a tirar abajo las puertas de entrada a Casas Viejas tanto por la calle Aniceto Sáenz como por Antonia Sáenz. Los fuertes golpes para derribar las puertas despertaron con gran alarma a los vecinos y alertaron a los propios ocupas que se encontraban en Casas Viejas haciendo «turnos de resistencia» desde hacía un mes.
Fue por la calle Antonia Sanz por la que numerosos agentes entraron al centro ocupado. Sin embargo, allí se encontraron con una primera sorpresa. Tras cruzar el patio del inmueble, los agentes hallaron a cuatro jóvenes -dos mujeres y dos hombres- encadenados a unos tubos de hierro. La Policía Nacional procedió a cortar las cadenas y liberar a los ocupas, uno de los cuales fue identificado y puesto en libertad mientras el resto era interrogado allí mismo.
Sorpresa policial
Fue entonces cuando los agentes conocieron otra sorpresa aún mayor: dos de los ocupas se habían encerrado en una especie de zulo. Así, en una pequeña habitación se encontraba un pozo de unos cuatro metros de profundidad del que partían dos estrechas galerías horizontales en diferentes alturas. En una de ellas, y tras una puerta metálica, se habían introducido dos activistas para encadenado por las manos a unos anclajes en el hormigón. Las dos personas, una de las cuales es profesor de Geografía e Historia, decían no tener las llaves de los «grilletes» que les anclaban a esas galerías, lo que imposibilitaba su salida.
Apenas media hora después de comenzado el desalojo, acudían al centro una pareja de jóvenes que se presentaban como «mediadores» y entregaban a la Policía un «Protocolo de actuación» en el que se detallaba un plano de la galería, fotografías y hasta un DVD con un vídeo del acceso al lugar donde se encontraban los dos «esposados», así como determinados riesgos por la falta de ventilación del lugar.
El comisario jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana, José Aulet, al mando de este operativo, solicitaba entonces la presencia de los Bomberos para poder acceder a la galería subterránea y liberar a los dos activistas encadenados.
Fuerte dispositivo
Mientras, en el exterior, el fuerte dispositivo policial desplegado impedía a otros jóvenes del movimiento ocupa se acercara al centro Casas Viejas. Un centenar de jóvenes se concentraban en la calle Aniceto Sáenz y se encaraban con la Policía, aunque sus ataques no pasaron de los gritos y una cacerolada que terminó de despertar a los vecinos de la zona.
A las once y media de la mañana, y conforme se fue calentando el gélido ambiente matinal, los concentrados salieron de las murallas de la Macarena y cortaron la ronda histórica, donde comenzaron una manifestación espontánea que colapsó el tráfico en la zona.
Desde allí, los manifestantes se dirigieron hacia el centro por la calle Feria, donde a la altura de la Cruz Verde tuvieron un enfrentamiento que concluyó con una carga policial en torno a las doce de la mañana.
Mientras, en el interior del centro ocupado, los bomberos accedían a la galería subterránea e intentaban quitar la puerta metálica que les separaba de los encerrados, hecho que lograron pasadas la una de la tarde.
Sin embargo, tras varios intentos de sacar a los activistas tirando de sus pies hacia el exterior o arrancar sus anclajes, bomberos y policías desistieron de esa posibilidad. Barajaron entonces otras fórmulas, como la creación de otras galerías subterráneas, pero la inestabilidad del suelo y la posibilidad de hundimiento de la galería en caso de uso de maquinaria pesada obligaron a desechar también esa medida.
En torno a las dos y media de la tarde, la manifestación que había recorrido varias calles del centro volvía a intentar acceder hasta el centro Casas Viejas, lo que volvió a requerir una mayor presencia policial en la calle Aniceto Sáenz.
Mediación
Poco después, la Policía accedió a que una mujer, de la pareja que a primera hora de la mañana se presentó como mediadora, entrara a hablar con los encadenados para que abandonaran su actitud. Sin embargo, y tras media hora de conversación, la mujer aseguró que los activistas no tenían la llave de sus cadenas y por lo tanto no podían salir voluntariamente.
Tras ocho horas de negociaciones, a las cuatro de la tarde, el comisario Aulet advirtió a la mediadora que «no pondré en peligro a ningún policía ni bombero por esas personas que han entrado en esa galería por voluntad propia», y tras ello ordenó cejar los intentos de acceder a su interior y esperar a que los activistas salgan por sus propios medios.
Ya por la noche, sobre las 20 horas,se volvió a manifestarse por el centro, registrándose nuevos incidentes ocasionales, según fuentes policiales. Al cierre de esta edición, los bomberos realizaban un último intento de extraer a los dos jóvenes.