La jornada de 40 horas
fue conseguida en España en 1919 con la huelga de la Canadiense,
cuando los anarcosindicalistas hicimos de nuestro país el primero en
conseguir ésta reivindicación histórica de la clase obrera.
Pero el deterioro de nuestras condiciones de vida y trabajo ha alcanzado a la jornada laboral. La unión y la acción nos permitieron conseguir la jornada de 40 horas junto a otras conquistas sociales, que poco a poco han sido traicionadas por dirigentes políticos y sindicales, que son nuestros enemigos y no nos van a dar ni agua. Porque negarnos el trabajo es como negarnos el agua o el aire.
La libertad no se da, se toma. Si no nos unimos para tomar lo que es nuestro, el derecho al trabajo, todos podemos vernos en la cola del paro, trabajando gratis o incluso pagando por trabajar, como proponen algunos avispados empresarios a jóvenes desesperados.
La única alternativa para sobrevivir es luchar por la jornada de 30 horas.
Los trabajadores vamos a sobrevivir a los explotadores. Las 30 horas no han de ser una reivindicación aislada, sino el camino a la liberación de la clase trabajadora, la liberación de nuestro tiempo y de nuestra vida. Exigimos la jornada de 30 horas semanales sin reducción de salario, sin reducción de derechos, sin horas extras, sin destajos, sin aumento de la edad de jubilación. Y lo exigimos porque es la forma directa de terminar con el paro, porque pedir las 30 horas es pedir el reparto del trabajo y la riqueza, es pedir justicia social.
Pero el deterioro de nuestras condiciones de vida y trabajo ha alcanzado a la jornada laboral. La unión y la acción nos permitieron conseguir la jornada de 40 horas junto a otras conquistas sociales, que poco a poco han sido traicionadas por dirigentes políticos y sindicales, que son nuestros enemigos y no nos van a dar ni agua. Porque negarnos el trabajo es como negarnos el agua o el aire.
La libertad no se da, se toma. Si no nos unimos para tomar lo que es nuestro, el derecho al trabajo, todos podemos vernos en la cola del paro, trabajando gratis o incluso pagando por trabajar, como proponen algunos avispados empresarios a jóvenes desesperados.
La única alternativa para sobrevivir es luchar por la jornada de 30 horas.
Los trabajadores vamos a sobrevivir a los explotadores. Las 30 horas no han de ser una reivindicación aislada, sino el camino a la liberación de la clase trabajadora, la liberación de nuestro tiempo y de nuestra vida. Exigimos la jornada de 30 horas semanales sin reducción de salario, sin reducción de derechos, sin horas extras, sin destajos, sin aumento de la edad de jubilación. Y lo exigimos porque es la forma directa de terminar con el paro, porque pedir las 30 horas es pedir el reparto del trabajo y la riqueza, es pedir justicia social.